El sedentarismo y los genes son dos factores que determinan la formación del doble mentón, también conocido como “papada”, además de que con el paso del tiempo, la piel de la zona pierde firmeza y comienza a verse flácida. En ambos casos se recomienda la aplicación de cremas reafirmantes naturales combinadas con ejercicios que fortalezcan los músculos.
Puedes hacer esta rutina de belleza en casa, en cualquier momento del día, y obtener un cuello más esbelto y una mejor apariencia.
Para obtener óptimos resultados, debes practicar el programa con asiduidad. Realiza esta gimnasia facial al menos 3 veces a la semana, haciendo igual cantidad de repeticiones para cada ejercicio, y ve aumentando esa cantidad paulatinamente.
Primer ejercicio:
Coloca el dedo pulgar debajo de la barbilla, en el hueco central. Cierra la boca y ejerce presión con tu lengua hacia abajo, mientras contrarrestas la fuerza con tu dedo pulgar hacia arriba.
Segundo ejercicio:
Abre la boca excesivamente, como si fueras a pronunciar la letra A. Continúa con la E y luego con las demás vocales, siempre haciendo los movimientos exagerados, hasta que notes cómo trabajan los músculos de la zona del cuello.
Tercer ejercicio:
Inclina la cabeza un poco hacia atrás y coloca el labio inferior por encima del labio superior.
Mantén esta posición durante 10 segundos.
Cuarto ejercicio:
Siéntate derecha y lleva tu mentón hacia un lado, como si quisieras tocar con él tu hombro.
Haz este movimiento hacia el hombro opuesto y descansa.
Quinto ejercicio:
En posición erguida, cierra la boca y esboza una sonrisa lo más amplia que puedas, siempre con los labios apretados. Mantén esta posición 10 segundos y lleva los labios juntos hacia adelante, como si estuvieras besando. Haz los movimientos exagerados, de forma que notes la tensión en los músculos del cuello.
Puesto que estos ejercicios son muy sencillos de hacer y no requieren calentamiento previo, puedes realizarlos en cualquier sitio, incluso durante las pausas en el trabajo.
Una buena idea es que fijes un momento al día para ejercitarte, con el fin de que se vuelva una rutina, por ejemplo, antes de ducharte, en la pausa del café de la tarde o por la noche, antes de acostarte.
La clave del éxito de esta práctica es, como en toda rutina de ejercicios, la constancia.