Las virtudes del agua sobre el cuerpo son conocidas desde épocas ancestrales. Incluso, el creador de la medicina, Hipócrates, utilizaba la terapia para curar algunos males. Sin embargo, en la época actual donde el ritmo de vida es tan acelerado, muchas veces ni siquiera nos tomamos un tiempo para darnos un baño de inmersión y relajarnos, apenas nos conformamos con una ducha rápida.
El baño diario debería ser entendido como un momento para conectarnos con el placer e incrementar la salud. El secreto de un buen baño de inmersión consiste en que el agua esté tibia, ya que el agua caliente no es buena porque dilata los capilares provocando su rotura, además de resecar la piel y provocar una sensación de cansancio. Pero para lograr un baño de inmersión realmente relajante y beneficioso para la piel y el espíritu, podemos enriquecer el agua con algunos aditivos.
Puedes agregar hierbas a tu baño, pero nunca debes colocarlas sueltas sobre el agua, sino que tienes que colocarlas dentro de una bolsa de tul o lienzo fino, o incorporarlas en forma de aceites esenciales. El agua tibia hará que se liberen los principios terapéuticos de las hierbas y así lograremos un baño de inmersión desodorizante, emoliente y súper relajante. Además, la hidroterapia estimula la circulación, atenúa dolores musculares, abre los poros y purifica la piel.
También puedes darte un baño de leche, tal y como lo hacía Cleopatra, quien se sumergía en una tina de agua con leche y lograba un efecto muy suavizante en su piel, y puedes agregar pétalos de rosa.
Claro que puedes acompañar estos baños relajantes con tu música preferida, o bien puedes escoger el silencio absoluto, esto dependerá de tus gustos.
Luego de salir del agua, utiliza una crema hidratante, que penetrará profundamente en tu piel ya que el baño habrá dilatado los poros de la epidermis.
La hidroterapia se potencia aún más con las duchas finlandesas, o con las bañeras de hidromasajes.